Dotada de un 20 por ciento de alta calidad proteínica que la lleva a compararse con la leche y con un alto contenido de vitaminas B y E, hierro, zinc, potasio y calcio, la quínoa es nutricionalmente superior a cualquier otro grano entero y aparece en una gran variedad de platos dulces o salados. Y aunque por más de 8,000 años las antiguas civilizaciones andinas, incluyendo las del imperio Inca, consideraron a la quínoa como sagrada por ser “la madre de los granos”, la invasión de los españoles a la región andina en el siglo 16 y el interés de éstos por producir cerveza con la cebada y el trigo, dificultaron el cultivo del sagrado grano, convirtiéndose en “comida para pobres”, según afirma una querida amiga del Perú. Así llegó a creerse que el alimentar a los niños con quínoa los dejaría estúpidos, prefiriéndose el arroz y los fideos, ambos de inferior calidad nutricional en comparación con la quínoa. Afortunadamente, líderes comunitarios de las regiones andinas hoy se esfuerzan por educar sobre el alto valor nutricional y cultural de este superalimento, que se ha vuelto a adoptar con éxito, especialmente, en las recetas vegetarianas.
Comparto una receta para el millo, pero en la cual sustituyo al millo por quínoa. El millo es más seco que la quínoa y aunque igual de versátil, la prefiero por su suave y delicada textura y por su rápida preparación. Para utilizar un cultivo que tengo a la mano, incorporé tanto hojas como frijoles del chícharo.
(En estas fotos- frijol de chícharo hervido, sin cáscara y majado)
Para hacer 1 taza de quínoa cocida:
Enjuagar ½ taza de quínoa, escurrir bien y poner a secar a fuego alto por un minuto en una cacerola pequeña. Mover para que no se queme y cuando comience a ponerse dorado, añadir 2/3 taza de agua con una pizca de sal marina. Mover y dejar hervir. Bajar la temperatura y tapar la cacerola hasta que el grano se seque a fuego lento. Apagar la hornilla y dejar tapado por 5 minutos. Mover con un tenedor.
Para hacer las tortillitas de quínoa con chícharo:
1 taza de quínoa cocida
1/3 taza de frijoles de chícharo majados (opcional)
8 a 10 hojas de chícharo amortiguados al vapor y picados (puede sustituirse por espinaca)
1/2 zanahoria rallada
Pimiento morrón rojo picado o ajíes dulces picados (cantidad al gusto)
Cilantrillo fresco picado (cantidad al gusto)
Romero fresco o seco (cantidad al gusto)
1 cucharadita de cáscara (rallada) de limón
2/3 taza de harina de garbanzo
1/2 a 1 cucharada de levadura de cerveza en polvo (opcional)
1/2 taza de agua (puede ser que no se use toda)
Sal de mar (cantidad al gusto)
Aceite vegetal (para freír las tortillitas al sartén o al grill)
Mezclar los ingredientes excepto el agua. Verter el agua poco a poco hasta que la mezcla pueda compactarse en la mano y mantener su forma. Probar la mezcla y añadir sal, de ser necesario. Añadir el aceite, para freír las tortillitas, al sartén o grill y encender la hornilla a fuego mediano. Colocar las tortillitas en el sartén o grill, dejar dorar por un lado y aplastarlas un poco con la espátula antes de voltearlas.
Las tortillitas se pueden comer solas o acompañadas de alguna salsa sencilla. A mi hijo le gustan con kétchup orgánico. Espero que les gusten estos manjares de paz con sabor de bienestar.
Fuentes: Wood, Rebecca. 1997
The Splendid Grain: Robust, Inspired Recipes for Grains with Vegetable, Fish, Poultry, Meat, and Fruit. William Morrow and Company, Inc. New York.
The Sivananda Yoga Centre. 2005
The Yoga Cook Book: Vegetarian Food for Body and Mind (Recipes from the Sivananda Yoga Vedanta Centres). Gaia Books. London.
Comentarios
Publicar un comentario