REFLEXIÓN
Mientras estudiaba el capítulo, Poder – Dominio – Supremacía del libro, Los doce poderes del hombre de Charles Fillmore, vino a mi atención el siguiente párrafo: “Hoy los hombres tratan de adquirir poder por medio del dinero, legislación y gobiernos creados por el hombre, y fracasan porque no han logrado ejercer dominio sobre sí mismos” (pág. 86). Y es que ese comentario inmediatamente activó memorias de experiencias personales, en las que corrí la misma suerte.
En una ocasión tuve por deseo montar un restaurante vegetariano, sin nada de dinero. Para mi sorpresa, pude manifestar un local y un préstamo para remodelarlo y comenzar a administrarlo. En ningún momento, que yo pueda recordar, tuve la iniciativa de incar rodillas para agradecer a la Creación por los logros alcanzados.
Para ese tiempo seguía yo las ideas de “El Secreto”, en el cual ofrecían herramientas para visualizar y manifestar los deseos de la mente. Conocía sólo una ínfima parte de los abarcadores principios que rigen el Universo Espiritual.
Con el estudio de Los doce poderes del hombre, es que me doy cuenta que había estado poniendo mi fe en ideas o fuerzas externas, provenientes de lo terrenal. Y que una vez materializada la idea, los esfuerzos disminuyeron hasta esfumarse, porque ya no le daba pensamiento ni atención a lo creado. Había dejado de alimentar el fuego del avivamiento. Y por supuesto, en algún momento, como todo lo irreal, llegaría a un final.
Lo que parecía un gran fracaso, fue lo que me llevó a rendirme (renunciar), a tratar de ir contra la corriente. Gracias a ese aparente fracaso, fui siendo movida al gran descubrimiento de la Verdad de Dios. Comencé a alimentar lo que verdaderamente es duradero, real: el poder interno innato en nosotros, los Hijos de Dios.
Entendí que el poder, una vez somos tocados por el Espíritu Santo, impregna cada una de las ideas creadas dentro de nosotros y es lo que nos mueve a proyectar las expresiones del alma: que una vez activamos la fe dentro de nosotros, aceptando con seguridad en lo que se espera, es importante poner en funcionamiento la actividad del poder en uno. Este poder se verá reflejado por medio del intelecto y el cuerpo, a través de una mente serena y una dulce y armónica voz. Como muy bien dice Fillmore: “el poder es la puerta abierta entre los mundos informes y formados”: lo no creado y lo creado. El entendimiento pleno de ese poder me fortalece. Atreverse a hablar con la Verdad me enraiza y eleva a la vez: me da alas para sembrar en terreno fértil.
Ahora siento la transformación en mí. Cuando mi esposo me comenta lo lindo que le parece mi voz, recibo un abrazo inesperado de mi hijo o comparto amorosamente con otros mi entendimiento acerca de Dios, siento que reconozco en mí, ese dominio, ese poder. Ya puedo ser honesta sin necesidad de cubrirme de capas protectoras que surgen del miedo. Me doy cuenta que no tengo nada que perder cuando asciendo desde la oscuridad del suelo frío hacia la tibia luz, porque esa es mi naturaleza. Ahora, descubro mi supremacía como ser divino. Ahora, se que no existen fracasos sino decisiones para experimentar expansividad y crecer en conciencia espiritual. YO SOY LA QUE SOY. GRACIAS DIOS.
Julie E. Mercado
8/ septiembre/2012
Hola Andreyna, ha pasado algun tiempo desde estas palabras y acabo de leer tu comentario. Sólo para decirte, que eres bendición y que estamos a tus órdenes. Lindo día.
ResponderEliminar